LA PUBLICIDAD AL PODER

La publicidad no es solo ese maremágnum de spots, anuncios de prensa, vallas, promociones, banners, eventos, slogans, imágenes idealizadas, seductoras mentiras o falsos posicionamientos.

La publicidad  es, sobre todo, estrategia.

Y las peor de las estrategias de publicidad es la que va más allá de la venta de un producto o servicio. Aquella que se diseña con el único objetivo de manipular los contenidos de los medios de comunicación.

El sistema es muy sencillo  ¿Que no me gusta lo que dices en tu programa o en tu periódico? Te  retiro la publicidad.  

¿Y quién no escucha a un cliente con semejantes argumentos?

Lo intolerable es cuando esa inversión publicitaria se realiza con dinero público. Cuando “alguien” decide que con nuestros impuestos van a mantener periódicos ruinosos o sospechosísimas cadenas de televisión a través de la publicidad de los diferentes organismos del Estado.

Es entonces cuando la publicidad que pagamos todos se convierte en un fétido instrumento de poder.

La última víctima de esta impúdica transacción ha sido Pedro J. “Alguien” ha decidido que lo que contaba  ahora ya no era tan bonito como las mentiras del 11M o los alegres estampados con corazones diseñados por su inalterable esposa.

Y lo peor es que esas mentiras y las que vengan las pagamos todos.

Eso sí, con algo tan seductor, estimulante y pedagógico como la publicidad.

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